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DEIA

Tiene cuatro años

Desenroscando el futuro de Izan

Un pequeño de 4 años con parálisis cerebral es el protagonista de una nueva campaña de recogida de tapones

Desde Otxarkoaga, su madre llama a reunir las 130 toneladas que necesitan para una silla

 

Izan cuenta con el apoyo de su barrio. A la derecha, sentada, Cristina, su madre, quien no se separa de él.

Izan cuenta con el apoyo de su barrio. A la derecha, sentada, Cristina, su madre, quien no se separa de él. 

Izan tiene solo cuatro años y a su corta edad ya ha conseguido una hazaña mayúscula, ha sido capaz de unir en torno a él a todo un barrio. De momento, en Otxarkoaga todos le conocen, es el protagonista de una nueva historia de solidaridad urbana que, tal como esperan su familia y sus amigos, pronto saldrá del barrio para traspasar fronteras y juntar a los vizcainos alrededor de una misma labor: la recolecta de tapones para intercambiarlos después por la suma económica que sirva para ayudar a los familiares de Izan a proporcionarle los medios que necesita.

En concreto, unos 35.000 euros, lo requerido para comprar una nueva silla y un vehículo que pueda adaptarse para soportarla sin que ningún pasajero vea mermada su seguridad. Actualmente, una parálisis cerebral le hace ver la realidad desde una silla especial, pero sus desplazamientos más allá de la zona donde vive se hacen imposibles al no poder colocarla en el interior de ningún coche que no cuente con un habitáculo adaptado. Cristina, su madre, ha iniciado, en colaboración con vecinos y amigos de Otxarkoaga, un camino que ha comenzado con el llamamiento a pequeña escala y que esperan terminar dentro de no mucho tiempo con 130 toneladas en tapones y la meta conseguida. De momento, en tan solo dos semanas, gozan del apoyo y de la colaboración de establecimientos en la calle Ledesma, en Gardoki, en Rekalde y en Begoña. Cuentan, además, con la promesa de ayuda de la iglesia del barrio y que también una marca de refrescos se ha comprometido a cederles los tapones que puedan en lugar de desecharlos.

Optimismo justificado Cristina, su madre, tiene motivos para el optimismo. Si bien su misión es más compleja por la abultada cantidad de peso que necesitan entregar, cuentan con los recientes precedentes de dos casos similares. En marzo, Ronan, un pequeño de Lekeitio, obtuvo su bipedestador tras cuatro meses en los que consiguió reunir 35 toneladas en tapones. Hace apenas tres meses, Iker lo consiguió en tan solo seis semanas. Por eso, el entorno de Izan actúa de forma positiva, y es que saben que, con el tiempo, se ha creado una conciencia colectiva que impide a más de uno, por pura inercia, tirar a la basura los tapones de los envases. Precisamente, saben que el contacto con las familias de los niños de las causas precedentes sirve, y Cristina ya se ha compartido experiencias con la de Iker, quien, de momento, les ha ofrecido todos los tapones que sobraron en su caso y que todavía conservan. Pese a todo, Cristina prefiere ser precavida y avisa de que temen «que la gente se vaya olvidando y se apague poco a poco el impulso inicial».

No será fácil que el ímpetu decaiga si los vecinos continúan a su lado. Tanto Claudia y Diana, las dos hermanas de Izan, como sus amigos ponen su grano de arena haciendo rondas por el barrio con el fin de agrandar la montaña de plástico. Mónica Amilibia es uno de los apoyos más notables, ya que ha empapelado redes sociales y periódicos de anuncios con la causa de Izan.

Tapones y anillas La tarea está avanzada, y Cristina cuenta ya con la empresa de reciclaje que les intercambiará los tapones por dinero. Se trata de Bilboplastik, quienes ya gestionaron el caso de Iker. Pese a ello, su recolecta no se limita al plástico, guardan también miles de anillas de latas de refresco que, hasta ahora, les compraba un particular para hacer manualidades. Por desgracia, el negocio con el particular se ha terminado y ahora buscan nuevos compradores.

Sin embargo, el obstáculo más difícil permanece aún en pie. Se trata de la obligatoriedad que impone Bilboplastik de poseer una lonja con determinadas condiciones para dar el aprobado para el intercambio. Mónica ha contactado ya con el Ayuntamiento de Bilbao para que, desde la sección de Viviendas Municipales, se les facilite el alquiler de un local que, debido a la cuantía de la fianza, Cristina, madre soltera y actualmente sin posibilidad de trabajar, no se puede permitir. «Si tuviese ese dinero no estaría haciendo esto y podría darle a mi hijo lo que necesita», afirma la amatxu de Izan. Hasta hoy, deben esforzarse para guardar como pueden los tapones en las casas de los vecinos y en sus propios coches.

En las próximas fechas, el nombre de Izan sonará seguro en Bilbao, gracias a las iniciativas que su familia y amigos tienen previstas. Además de repartir huchas solidarias y vender lotería, organizarán pronto una marcha con minusválidos como protagonistas cuya recaudación se destinará a la causa.

Recientemente, el pequeño Izan ha comenzado a sufrir además ataques de epilepsia. La solidaridad de todos podrá taponar algunas de sus mayores dificultades.

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