Bilbao: la izquierda ante las elecciones municipales de 1979

Bilbao: la izquierda ante las elecciones municipales de 1979.

Uno de los hechos, tal vez más controvertidos de la historia reciente de Bilbao, fue cómo, en 1979, con las primeras elecciones municipales tras el Franquismo, la problemática urbana se había constituido en tema político de primera magnitud. Los partidos políticos empezaron a definirse urbanísticamente en sus programas. El planeamiento, por fin se acercó a la sociedad. Si ya hubo unos inicios de democratización urbana gracias a los movimientos ciudadanos, a partir de entonces se tenía la convicción de que sería un hecho la participación directa de la ciudadanía en el urbanismo. Sin embargo, el peso cayó sobre los partidos políticos de izquierdas porque eran los que llevaban consigo unas características comunes que carecían los demás grupos: una dilatada experiencia en los movimientos ciudadanos. La primera premisa que exigieron estos partidos cuando se presentaron a las elecciones municipales, fue un reconocimiento de las asociaciones vecinales. Desde partidos políticos como el PCE-EPK se presentaba como alcaldable Alberto Vidal que provenía de la Asociación de Vecinos de Santutxu y lo hizo con un programa muy elaborado, basado en sus experiencias en el movimiento ciudadano y con un censo de las necesidades de cada barrio. Entre otras cuestiones demandaban la participación popular, recuperar la identidad urbana de Bilbao, núcleos de convivencia con identidad propia, unas juntas de distrito que representasen a todos los barrios o un control sobre el suelo urbano. Desde EE Jon Nicolás, que a su faceta profesional de arquitecto técnico unía su relación con los movimientos vecinales, exigía como prioridad la unidad de la izquierda vasca, con un movimiento ciudadano combativo, desde el que tendría una especial importancia llevar adelante una lucha seria y eficaz contra quienes había descompuesto Bilbao dentro de aquel conflicto urbano, que era un fiel reflejo de la lucha de clases. El propósito era explicar los problemas urbanísticos en términos políticos de enfrentamiento de intereses. Para lo que consideraban preciso recuperar Bilbao para los bilbaínos, socializar el uso y disfrute de la ciudad, todo ello a través de una participación activa del ciudadano en la gestión municipal. Exigirían así mismo responsabilidades de fraude y corrupción a las autoridades franquistas que dejaron aquel Bilbao caótico a través de lo que consideraron fue una anarquía programada. Bosquejaron un plan de urgencia a través de los barrios y de los comités de apoyo. Desde EMK-OIC Javier González Buruchaga, también relacionado con los movimientos ciudadanos, sostuvo que desde su partido exigirían responsabilidades, que sustentarían una gestión ciudadana, fomentarían unos transportes públicos gratuitos, y pretendían al igual que el resto de partidos de izquierdas hacer pagar a capitalistas y especuladores el coste de arreglar Bilbao. Con muchas coincidencias de estos partidos con las propuestas de José María Sarisibar de la candidatura de la ORT. Desde HB junto al alcaldable Santiago Brouard, cuyo partido sostenía el lema “Alkaterik onena herria”, el mejor alcalde el pueblo, se presentaba gente de la talla intelectual de Xabier Martin que a su faceta de arquitecto unía la de filósofo, abogado y economista, que defendían desde su grupo un trabajo por barrios, con comisiones paralelas que estableciesen necesidades, acometerían los problemas y corregirían los desequilibrios sociales, difundirían la cultura popular, y rebilbainizarían Bilbao ya que el 80% de sus calles llevaban nombres que en nada tenían que ver con la villa. Llegaron a sostener que sería fundamental el contrapoder popular a través de las asociaciones ciudadanas que actuarían como gestoras. El pueblo sería el protagonista, ya que entendían que no se podía dejar en manos de unos concejales el arreglo de la ciudad. Era el problema de la lucha de clases y la presión popular, para lo que se debía de fomentar la conciencia de clases e institucionalizar la asamblea de barrios como fórmula de participación directa del vecino en sus problemas y en las decisiones. Juan Mari Zulaika de LKI, defendió que desde su partido también plantearon un plan de urgencia para urbanizar y equipar a los barrios. En cuanto a la adjudicación de la vivienda social esta pretendieron que estuviera bajo un estricto control de los organismos populares así como también aspiraban a socializar el suelo. Desde el PSE-PSOE, su candidato José Luis Ibañez, llegó a sostener que el movimiento ciudadano se debería de integrar al ayuntamiento al igual que el modelo francés, con una conexión de todas las entidades asociativas ciudadanas al ayuntamiento. También primaría el sentido comunitario sobre el privado en urbanismo e institucionalizarían las asociaciones vecinales en el ayuntamiento a través de comisiones de barrio al igual que en Italia o Portugal. Utilizarían la experiencia de los programas a nivel estatal que tenía el PSOE para emplearlos en todo el País Vasco. Si hubo un paradigma programático impulsado por algunos de estos partidos fue que el movimiento ciudadano no podía ser sustituido tal y como algunos pretendían al estar implicado como lo estaba en todos los acontecimientos sociales, políticos y económicos de Bilbao. Propusieron participar y controlar el ayuntamiento a través de los vecinos, organizando el trabajo por barrios, a través de comisiones que establecieran las necesidades sociales, urbanísticas y sanitarias de Bilbao. La vivienda que fomentaron debía de ser en alquiler social y demandaron así mismo un control sobre el suelo urbano e igualmente impondrían impuestos tanto sobre solares urbanos no edificados como sobre viviendas vacías. No obstante, fueron conscientes de que necesitarían varias generaciones para corregir los absurdos urbanísticos creados por los franquistas. Habían sido unos consistorios que habían fomentado el interés privado por encima del público y como consecuencia de esa política industrial Bilbao fue denominada la ciudad más contaminada de Europa, con menos zonas verdes y calificada de paraíso de la especulación. Convirtieron amplias zonas de la villa en auténticas cloacas, carentes de los servicios más básicos, desprovistas de lo más elemental. Finalmente la situación no resultó tal y como muchos esperaban de la izquierda, ante aquellas primeras elecciones al ayuntamiento de Bilbao, porque una mayoría de bilbaínos se decantaron por la candidatura del EAJ-PNV y HB resultó ser la segunda fuerza más votada. Sin embargo, a partir de entonces, decir que hubo una política urbana, tal vez fuera sostener algo pretencioso. Durante los siguientes años, hubo una política pero de hechos consumados, porque reflexionemos sobre lo que se encontraron los partidos políticos y pensemos: visto lo visto, cómo fue posible poder salir de aquel despropósito de ciudad que dejaron como hipoteca los franquistas, ya que no solo imposibilitaron durante muchos años cualquier tipo de iniciativas sino que a día de hoy aún estamos pagando las consecuencias.

Luis Bilbao Larrondo (Historiador)

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