Bilbao y los EE.UU.: seducción y fascinación
En una de sus más destacadas publicaciones, el profesor Joseba Zulaika sustentó que fue producto de una seducción que la corporación museística estadounidense Guggenheim se asentara en Bilbao. No obstante, aquella seducción, aquella fascinación que ejercieron los Estados Unidos sobre Bilbao, no se trataba de un léxico que podamos considerarlo ni desconocido ni extraño, porque lo llevábamos asimilando desde hacía varias décadas. Y es que durante los años del Desarrollismo Económico del periodo Franquista hubo un reconocimiento y una admiración por el extraordinario progreso técnico y económico de aquel país, que sedujo no solo a los arquitectos e ingenieros bilbaínos sino que también a los políticos y empresarios. La llegada de las masivas inversiones económicas estadounidenses al Gran Bilbao, dio lugar tanto a la conformación de un imaginario basado en la metáfora del progreso como a su vez se fue configurando una sociedad del consumismo. Sin embargo, las pretensiones de los dirigentes bilbaínos iban mucho más allá de cualquier idea preconcebida.
Un modelo económico
La élite financiera e industrial de Bilbao, a través de algunos de sus miembros más destacados, Félix Lequerica o José María Areilza, quienes siendo embajadores en los EE.UU., llegaron a establecer no solo el pacto de Ayuda Mutua entre España y EE.UU. que sirvió para sacar a este régimen dictatorial del más absoluto de los aislamientos a nivel internacional sino que para aportarles importantes relaciones empresariales que terminaron captando buena parte de aquel capital estadounidense que llegaba a la España de Franco y que acabó en su mayoría destinado a la ampliación de empresas ubicadas en el Gran Bilbao. Hubo propuestas como la edificación de la Feria de Muestras de Bilbao que acabó convirtiéndose en un modelo, reflejo de un nuevo Bilbao, que trasmitió la idea de que modernidad y consumismo iban unidos, a través de innovadores materiales, sistemas, tecnologías y sus correspondientes catálogos y otros sistemas de tipo propagandístico. Los laboratorios Torrontegui de la Escuela de Ingenieros de Bilbao fueron otro de esos elementos estándares de gran trascendencia en el mundo de la construcción y que funcionaron gracias a las aportaciones económicas, de maquinaria y equipos, a través de las donaciones estadounidenses y la Fullbright Act. La élite financiera e industrial fue más lejos y suscitó el hermanamiento de Bilbao a la ciudad del acero de Pittsburg, la urbe que se instituyó en todo un modelo para los dirigentes locales de lo que debía de ser Bilbao. AHV llegó a compromisos con algunas empresas que invirtieron en Bilbao como United States Steel, Westinghouse y lograron acuerdos financieros con el Export-Import Bank. Otras entidades como la Gulf Oil Company posibilitaron que con sus inversiones se erigiera tanto la refinería de Petronor como que se construyera el Superpuerto.
El espejo en donde reflejarse
Los viajes de varios técnicos bilbaínos a los Estados Unidos durante los años 50, como Eugenio Aguinaga, Félix Iñiguez de Onzoño o Antonio Zalbidegoitia, tuvieron su posterior influencia en Bilbao. La publicación de las memorias de esos viajes editados por el Ministerio de Industria, la publicación de numerosos artículos desde revistas profesionales o de artículos desde la prensa escrita en torno a estos viajes y sobre los temas estudiados como los rascacielos, los centros comerciales, centros culturales, la planificación y la política urbana…de las ciudades estadounidenses que visitaron, les llevó a admirar profundamente aquella arquitectura. A su vuelta pudieron disertar en varias conferencias y exposiciones en torno a esa arquitectura, en las que explicaban la fascinación por aquella meticulosidad de los proyectos, el aprendizaje con la estandarización de los elementos constructivos, aquella prodigiosa organización de la industria de la construcción, con sus catálogos de materiales, medios de transporte, que fomentaban el trabajo interdisciplinar en equipo. Aunado al impacto que supuso para estos técnicos las entrevistas que mantuvieron con los grandes iconos de la arquitectura americana Frank Lloyd Wrigth, Richard Neutra, Walter Gropius, Mies Van der Rohe, Louis Khan…o con los técnicos de los grandes estudios de arquitectura e ingeniería de Skidmore, Owings y Merril de Nueva York, Pereira y Luckman de Los Angeles o Shaw Metz y Dolio de Chicago. Eugenio Aguinaga tras su viaje por los EE.UU. diseñó dos significativos proyectos, la urbanización y el pabellón del club de Golf de La Galea, lugar de encuentro y de ocio de la elite financiera e industrial de Bilbao, consecuencia de su visita a Taliesin West de Wright y el shopping center de Zabalburu una copia formal de otro edificio americano. Otro arquitecto bilbaíno, Javier Sada de Quinto, diseño 4 rascacielos en Deusto a través de un innovador sistema constructivo de patente norteamericana. El nuevo Banco de Vizcaya, en el Ensanche, fue un edificio financiero que respondía a los anhelos de los banqueros bilbaínos de erigir una residencia de los dueños de los destinos económicos de los españoles, proyecto de los arquitectos, José Luis Casanueva y Jaime Torres, que viajaron a Nueva York junto a José Chapa para constatar sus ideas con las de las realizaciones más destacadas de Manhattan. Se trataba de encontrar un edificio que sería el reflejo de aquel nuevo Bilbao emulando aquellas edificaciones que mejor representaban al Nueva York de los negocios como el Seagram Building de Mies van der Rohe, la Lever House de Gordon Bunsahft o el Chase Manhattan Bank de Skidmore, Owings y Merril. La propia Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao reclamaba la ciudad de Nueva York como arquetipo para Bilbao, ante su orografía e imposibilidad de extenderse en horizontal lo haría en vertical a través de los rascacielos. Pero también ejercería su simbología como la ciudad donde todo es posible, la ciudad de la metamorfosis, de los negocios, la ciudad del gesto orgulloso, la reverberación del poder y de la superioridad de los bilbaínos, capaces de emprender cualquier cosa, hechos a sí mismos, a través de una ciudad brutal, que trataba de manifestar una escandalosa ostentación de la riqueza. Los dirigentes bilbaínos a su vez viajaron a Nueva York al Congreso de Municipios sobre política urbana y visitaron ciudades como Pittsburg, Nueva Orleans, Filadelfia… regresaron con la intención de reproducir aquellas propuestas de grandes centros comerciales y aparcamientos en la periferia de la villa que reestructuraría toda la trama urbana. Los técnicos bilbaínos proyectaron infraestructuras, arterias, túneles y puentes alrededor de la ría del Nervión basados en modelos estadounidenses, el Cobo Hall de Detroit, la autopista Lodge, el Holland Tunel entre Manhattan y Nueva Jersey o la Nueva York Thruway desde Pensilvania a Nueva York. Incluso hubo técnicos bilbaínos que tras su viaje por EE.UU. plantearon un parque de atracciones para la Diputación Provincial en el monte Ganguren basado en el parque de Walt Disney de Orlando como nuevo lugar de ocio para los bilbaínos, y es que trataron de reproducir también los modelos de proyectos de parques naturales de California en Urquiola, Orduña o en el Gorbea. La prensa escrita de Bilbao llevada por aquella fascinación llegó a publicar la posibilidad de reproducir el Plan Bertrand Goldberg de Chicago con varias torres con un uso mixto residencial y de centros comerciales en el barrio residencial Marina City o propuestas de viviendas prefabricadas de Missouri o la ciudad experimental de Minnesota de Athestan Spilhaus.
The American way of life
Desde la delegación de Bizkaia del COAVN llegaron a denunciar las consecuencias de aquellos pretenciosos anhelos empresariales por tratar de reproducir aquellas ciudades y aquel estilo de vida cuando los debates internacionales en torno a la ciudad criticaban las situaciones existentes y trataban de hallar nuevas vías practicables de invención arquitectónica. En opinión de algunos reputados arquitectos como Antonio Fernandez Alba, Rafael Moneo, Rufino Basañez, Juan Madariaga o el sociólogo Mario Gaviria, que formaron parte del jurado del premio de arquitectura Pedro Asúa en Bilbao en 1970, sus críticas no fueron únicamente contra quienes habían permitido aquel efecto de ruptura del Ensanche por el rascacielos del banco de Vizcaya sino que en la mayoría de construcciones se llevase a cabo lo popular en EE.UU. denostando la arquitectura propia así como por haber establecido una postura capitalista de beneficios como única meta o haber llevado a la triste mecanización de las edificaciones, a la anulación del hombre y que habían acabado convirtiendo a los arquitectos en fríos técnicos y economistas. La influencia estadounidense sumió a Bilbao en una crítica situación difícil de ponderar como consecuencia de aquella quimérica pretensión de los financieros e industriales bilbaínos, llevados por aquella obsesión, con graves repercusiones, al tratar de reproducir aquellas asombrosas propuestas, sin pensar en las consecuencias y que acabó sumiendo a Bilbao en la mayor crisis urbana de toda su historia. Esta segunda ascendente estadounidense, con el efecto Guggenheim, ha supuesto, por el contrario, un efecto rehabilitador, tanto urbano como económico, allí donde fracasó el Franquismo y aquellos pretenciosos anhelos de su élite financiera e industrial, en cambio, la metrópoli contemporánea de servicios ha superado cualquier expectativa, conjugando cultura y economía.
Luis Bilbao Larrondo (Historiador)