DECÍA Jozef Crutzen, premio Nóbel de Química en 1995, que hemos pasado de la era del holoceno al antropoceno porque la huella humana en la transformación del planeta Tierra es muy significativa, no sólo por haberse servido del carbono fósil como poderosa fuente de energía para satisfacer necesidades sino también excentricidades. Estos días, en la Cumbre del Clima de Marrakech, más de cien países se confabulan para que la temperatura no suba más de dos grados, aunque algunos estudios afirman que subirá 3,4 grados en este siglo. La contaminación atmosférica está en la diana de las reducciones. Ahora, además de medir la calidad de todo tipo de productos, es clave la calidad del aire. El aumento de tamaño de las ciudades es una de las causas que contribuyen a la contaminación atmosférica. Si bien en Bilbao no se ha llegado a tomar medidas drásticas para reducir la circulación de automóviles, como en otros lugares, no por ello hay que bajar la guardia, pues es fácil decir que con la elección del presidente Trump se ponen en cuestión los acuerdos de París y se echa un jarro de agua fría sobre la cumbre de Marruecos, pero después cada cual consume gasóleo sin control. Suele pasar. Cuando vemos los paneles instalados que nos informan sobre la calidad del aire con balances positivos parece que respiramos mejor, porque la respiración también parece tener su ombligo propio. Con tal de que yo respire bien… Cierto es que algunas de las medidas actuales se observan en nuestro entorno con más eficacia. Las estaciones de medición vigilan, y nuestra ciudad de vez en cuando supera algunos valores delas partículas en suspensión PM10 marcados por la normativa europea. No se deben sobrepasar más de 35 días al año los 50 microgramos por metro cuadrado, y a veces todavía pasa en alguna de las estaciones medidoras. Además del tráfico, algunas obras de envergadura, la industria y la actividad portuaria tienen asignaturas pendientes. Pero no está solamente en juego nuestra salud, o la mejora en la imagen amable y moderna de nuestra ciudad. Deberíamos dejar a las futuras generaciones el relato de que la actividad humana contribuyó a deteriorar el planeta durante algunos siglos pero supo reaccionar y mejoró la faz de la hermana Tierra. ¡Qué pena que nos sigan entrando dudas existenciales sobre el futuro del planeta…!
Fuente: Periódico Bilbao. Artículo de opinión de Jose Serna vecino del barrio.