En estas fechas se cumplen 50 años de la huelga de bandas. Nuestro barrio no fue ajeno, muchos vecinos trabajaban allí y el conflicto estuvo presente en nuestras calles. Os traemos un artículo de ABC que recuerda dicha huelga.
Entre 1966 y 1967, 800 trabajadores de la empresa de «Laminación de Bandas en Frío» de Vizcaya protagonizaron el conflicto laboral más largo de la dictadura por una rebaja salarial. La mayoría acabó en la cárcel o en el destierro
«Ayer la fábrica estaba cercada por la Guardia Civil. Nos han dicho que había 180 guardias. El autobús de las víctimas de Gondra sale de escoltado por dos Jeeps de la Policía Armada. ¡Guardias! ¡Armas! Nosotros seguimos trabajando tranquilamente. Nuestra escolta es la conciencia del deber», podía leerse en una de las octavillas que diaria y clandestinamente distribuían los trabajadores de la empresa de«Laminación de Bandas en Frío» de Echevarri, en Vizcaya, a finales de 1966. De los 960 empleados, más de 800 participaron activamente, durante seis largos meses, en la que se convertiría en la huelga laboral más larga de la dictadura franquista.
La «Huelga de Bandas», como se la conoce,comenzó el 30 de noviembre de 1966, después de que la empresa desestimara las reivindicaciones de los trabajadores, molestos porque la dirección había disminuido su retribución salarial al tiempo que aumentaba su ritmo de trabajo.
Todo ello en una época marcada por la reorganización y modernización de los sistemas de producción de muchas de estas compañías y la soterrada activación de las protestas laborales, con la presión que conllevaba la persecución por parte de dictadura franquista.
Acciones legales… e ilegales
La «Huelga de Bandas» se produjo seis años después de que se aprobara la ley de Convenios Colectivos (1958) y al tiempo que se creaba la Comisión Obrera Provincial de Vizcaya, que ABC calificó durante aquellos días de «organización comunista clandestina».
La movilización pilló por sorpresa a la dirección de la empresa, a lasautoridades del régimen y al mismo Franco, que no podía comprender como un grupo de obreros vascos se había atrevido a desafiar la legislación vigente y envalentonarse a pesar de la represión que sabían que podían sufrir. Pero ocurrió, y se convirtió en todo un símbolo de la época en el País Vasco.
A lo largo del conflicto, del que se hizo eco tanto la prensa nacional como la internacional, los huelguistas fueron combinando acciones legales –valiéndose de los canales oficiales– con otras ilegales y clandestinas. Presentaron diversos escritos a la Delegación de Trabajo que llegaron hasta la Magistratura de Trabajo e hicieron uso del sindicato vertical. Pero después de que las autoridades se pronunciaran a favor de los intereses de la empresa y apoyaran el despido de 33 trabajadores, reforzaron su actitud y comenzaron a actuar en contra de la leyes.
Primero se encerraron durante tres días en el comedor de la empresa, siendo desalojados a punta de metralleta por la Guardia Civil. Despuéscomenzaron a distribuir las famosas octavillas, que se convirtieron en una obsesión para la Policía. Eran impresas clandestinamente en diversas parroquias y en ellas se informaba a trabajadores y a los vecinos de cómo trancurría la huelga. «Qué no se raje nadie», podía leeerse en ellas.
Objetivo: aplastar la huelga
Por último, desafiaron las prohibiciones convocando una granmanifestación el 4 de abril de 1967. Una movilización que contó con la solidaridad de los trabajadores de otras empresas, que secundaron el paro, y con otro sectores de la sociedad. La marcha transcurrió por las calles céntricas de Bilbao y acabó, como era de esperar, con la intervención armada de la Policía, que la reprimió con dureza.
Franco decretó el Estado de Excepción y desterró a muchos de los trabajadores
Tras varios meses de huelga, aquella fue la gota que colmó el vaso. Tanto la empresa como el Gobierno, que no habían dado su brazo a torcer, se pusieron un objetivo: aplastar este «exceso» obrero cuanto antes. La empresa contrató a trabajadores de otras provincias, amenazó con desalojar a 450 familias de los empleados que vivían en las casas facilitadas por la compañía y aumentó la presión de la Policía y del sindicato vertical, así como los juicios contra los obreros de Bandas. Pero ni aquello les frenó.
Franco, al que el tema parecía írsele de las manos, terminó decretando el Estado de Excepción el 22 de abril de 1967. Eliminó las escasas garantías que tenía la dictadura y ordenó una ola de detenciones y destierros de muchos de los trabajadores que habían participado en la movilización, mandándolos a otras comunidades. Aquello fue el final de una huelga que terminó desconvocándose el 20 de mayo de 1967.
Los obreros tuvieron que presentar un escrito solicitando su reincorporación a la compañía. Un duro golpe que, con el paso de los años, se convirtió, sin embargo, en un símbolo de la lucha obrera. «Hoy en día se podría pensar, ¿es posible que una huelga durara tantos meses por un sencillo problema de rebaja de primas?», se preguntaba no hace mucho uno de los protagonistas de la «Huelga de Bandas». Pues sí, ocurrió.