hontza

Publicado en ELCORREO.COM

2013/08/02

 

Centro Hontza, Premio Reina Sofía de Cruz Roja

Es el hogar de las personas sin hogar. El Centro Hontza de Bilbao ofrece sustento, asistencia sanitaria y cama a quienes viven en la calle y padecen problemas de adicción. Su labor ha sido premiada con el Premio Reina Sofía de Cruz Roja
02 de Agosto de 2013
 
 

"No perseguimos la rehabilitación, sino mejorar la calidad de vida de las personas sin hogar"

Fuente: Centro Hontza
 
L. RENTERIA | Para las personas que día a día sobreviven en la calle, la más pequeña de las ayudas puede resultar vital. Consciente de esta realidad, el Centro de Noche Hontza apoya a quienes lo han perdido casi todo: «Ofrecemos atención a hombres y mujeres sin hogar con problemas de adicción. No perseguimos la rehabilitación, sino minimizar los riesgos y daños de estas personas, mejorando su calidad de vida», explica el trabajador social y coordinador Iñigo Cortázar.Hontza comenzó en la calle Zamakola en 2001, pero, tras «dos años complicados» debido a la presión del vecindario, se trasladó a un local del Puente de San Antón. Actualmente, funciona con total normalidad y ha demostrado que «es posible que un espacio de estas características esté perfectamente integrado en un entorno como el Casco Viejo de Bilbao».

Así, este centro nocturno «de baja exigencia» permanece abierto 365 días al año de 20:30 a 08:15 horas. En él trabajan seis educadores sociales, un técnico de intervención, un guardia de seguridad y el personal de limpieza, profesionales que acompañan en todo momento a los usuarios y se encargan de que todo esté en perfectas condiciones.

Cocaína, heroína… y alcohol
«Principalmente, acogemos a personas mayores de 18 años con algún tipo drogodependencia. Las sustancias más comunes son la cocaína, la heroína y las drogas de síntesis. Pero no hay consumidores puros, es decir, todos son politoxicómanos y tienen el alcohol como denominador común. Asimismo, damos servicio a algunas personas que no tienen adicciones. En realidad, nos definimos como un trampolín, porque nuestros requisitos son mínimos».

Desde sus inicios, el centro ha atendido a cerca de 4.000 personas distintas. Su media de edad ronda los 40 años y la mayoría son hombres (hasta un 80 por ciento). En 2012, el número total de usuarios fue de 682, aunque en los seis primeros meses de este año ya se han alcanzado los 480.

Todos ellos tienen en común un altísimo grado de exclusión social, asociado a menudo a diversos tipos de enfermedad mental: «Atendemos a los excluidos dentro de los excluidos, a aquellos que están expulsados o sancionados en el resto de servicios y recursos. No disponen de un soporte familiar o un entorno cercano, y esa falta de redes y habilidades sociales les empuja al abandono y la soledad».

Tres programas de ayuda
Hontza está impulsado por Cáritas y el Obispado de Bilbao, y cuenta con el apoyo del Ayuntamiento bilbaíno, la Diputación de Bizkaia y el Departamento de Drogodependencias del Gobierno vasco, además de otras entidades privadas como la Fundación Víctor Tapia o el Banco de Alimentos. Su labor se desarrolla a través de tres proyectos principales:

-‘Pernocta’ (desde las 20:30 horas hasta la mañana siguiente). Está dirigido al descanso de los usuarios, que disponen de 18 camas para dormir. Además, ofrece otros servicios como ducha, enfermería, taquillas, lavandería, cena y comida. El 85 por ciento de sus usuarios son autóctonos.
-‘Café-calor’ (de 24:00 a 04:30 horas). Dividido en tres turnos, se orienta a aquellas personas que se encuentran en la calle pero no han podido conseguir plaza para dormir. «Se trata de un perfil de usuarios un poco diferente, puesto que no tienen por qué tener un problema de adicción».
-‘Proximidad’ (de 24:00 a 07:15 horas). Es un programa de intercambio que «proporciona a los usuarios material higiénico y desechable (jeringuillas, cazo, plata, cítricos…), promoviendo un consumo higienizado y contribuyendo a mantener el entorno limpio. Aquí es donde más se visualiza la reducción de daños».

«El sinhogarismo va en aumento»
Quienes acuden a Hontza se sienten como en casa y disfrutan de la compañía de otras personas. Así lo constata Óscar, que se enteró de su existencia «hace tres o cuatro años»: «Aquí dormimos, descansamos, nos aseamos y nos ponemos bien. Y también nos encontramos con algunos amigos, ya que nos conocemos casi todos. Lo mejor es que nos atiende gente muy capacitada».

En su opinión, «el centro se está quedando pequeño, porque el sinhogarismo está aumentando y el número de personas que utilizan estos recursos es cada vez mayor. Esto va a ir a más, así que las instituciones deberían tomar medidas como rehabilitar locales y residencias vacías, por ejemplo».

Josu, por su parte, conoció el local «por casualidad» hace cuatro años. «Tuve problemas con las drogas y mi familia me dio la espalda», afirma. «Después de pasarlas canutas en la calle y buscarnos la vida durante todo el día, cuando llegamos aquí nos sentimos bien. Vemos la tele, nos duchamos y tenemos nuestro pijama y nuestra cama. Es algo muy bueno y positivo. Nos tratan genial, como iguales, y nos ayudan a salir adelante. Estoy verdaderamente agradecido por ello».

Esta encomiable labor no ha pasado desapercibida para la Cruz Roja Española, que en octubre o noviembre de este año concederá el Premio Reina Sofía a Hontza. Un galardón que se suma a otros anteriores como los premios Dolores Ibarruri (2004) y Alma Solidaria de EL CORREO (2010). «Supone un reconocimiento y una gran alegría, pero lo más importante es que nos permitirá dar a conocer nuestro trabajo ampliamente. Y para el equipo de profesionales también es una gran motivación», asegura Iñigo Cortázar.

«Un compromiso personal»
En efecto, en una época difícil marcada por la crisis económica, «una parte de la ciudadanía es algo susceptible respecto a los temas sociales. Antes, se oía mucho un discurso que afirmaba que los drogodependientes tienen lo que se han buscado. Afortunadamente, hemos avanzado mucho. Ahora, la gente los ve de otra forma y ha desterrado esa etiqueta de ‘viciosos’ porque entiende que padecen una enfermedad».

Al final, «el mayor reconocimiento que nos queda es el de nuestros usuarios, con quienes hemos desarrollado un compromiso personal. Ellos valoran la acogida, la cercanía y la calidez de nuestro centro. Es gente que está sola y deambula todo el día, así que agradecen de verdad entrar en un espacio en el que se sienten seguros y tranquilos. Valoran que sepamos su nombre y que conversemos con ellos en un ambiente personal y acogedor».

A lo largo de estos años, «Hontza se ha convertido en un referente, y es en la actualidad el único recurso de estas características en todo el País Vasco. Tenemos una demanda superior al resto de dispositivos porque no ponemos a los usuarios en una tesitura de intercambio. Hay gente que asume que su vida es la calle, y nosotros no juzgamos eso. Sólo les acompañamos y les ayudamos a regularizar su situación si así nos lo piden. Lo único importante es que los hombres y mujeres que vienen aquí se sientan en su casa, en su hogar».

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