pagasarri

DEIA ha publicado esta entrevista a JuanMa, vecino del barrio y que fuera presidente de nuestra asociación a mediados de los ochenta.

 

Juan Manuel Figueroa Encargado del refugio del Pagasarri

«Trabajar en el Pagasarri es un chollo»

Juan Manuel sube todos los días al Pagasarri. Tarda media hora desde Otxarkoaga, donde vive. Lo hace en coche, lógicamente, porque allí se encuentra su puesto de trabajo. Es el encargado del refugio. Lleva 6 años y no se cansa del paisaje. «Esto es un chollo», afirma

Juan Manuel posa en el interior del refugio un día de niebla y frío de este verano.

Juan Manuel posa en el interior del refugio un día de niebla y frío de este verano.

Subió al Pagasarri por primera vez con sus amigos cuando tenía 15 años. «Fue una especie de aventura porque no conocíamos el camino y creo que tampoco se lo dijimos a nuestros padres», recuerda. Hoy tiene 52 y ascender hasta el pulmón de Bilbao se ha convertido en una rutina para él.

¿No se cansa del Pagasarri?

No, para nada. Es un paisaje muy bonito. Con buen tiempo las vistas son alucinantes. Tener esto al lado de Bilbao es un chollo y trabajar aquí también es un chollo.

¿Por qué?

Por el entorno y por los horarios que tengo, que dentro del mundo de las hostelería están muy bien.

¿Qué horarios tiene?

De ocho y media a dos y media. Abro todos los días de la semana menos el martes.

¿Todo el año?

Sí, salvo la segunda quincena de agosto, que cierro, coincidiendo con las fiestas de Bilbao.

¿Cuál es el perfil de las personas que se acercan hasta el refugio?

Es muy variado. Hay de todo: aficionados a la montaña, ciclistas, paseantes que no son montañeros pero que salen de casa y llegan hasta aquí, familias enteras…

¿Hay gente que sube todos los días?

Sí, mucha.

¿Qué son, zumbados?

No, que va. La mayoría son jubilados. Hay otros que trabajan a relevos, por ejemplo, y pueden subir. Y muchos, supongo, que suben para ahorrarse el gimnasio (se ríe). No está mal, es una forma de hacer el entrenamiento al aire libre.

¿Se nota que hay más parado y prejubilado?

Sí, bastante. Hace dos años empecé a ver que venía más gente joven, sobre todo entre semana, y al hablar con ellos casi todos me decían que estaban en algún ERE o que se habían quedado en paro. De todas formas, yo sólo puedo hablar de la gente que entra en el bar.

¿Usted cómo llegó a hacerse con la concesión del refugio ?

Porque eligieron la oferta que presenté.

¿Tenía relación con la hostelería?

Sí. Yo toda la vida he combinado el trabajo de la hostelería con la construcción.

¿Por qué se animó entonces?

Porque siempre me ha gustado la montaña.

¿Está contento tras seis años al frente del refugio?

Sí, porque, por un lado, mantengo el trabajo y por otro, es un sitio agradable para trabajar.

¿Y para vivir?

No. No es sitio para vivir.

¿Por qué?

Porque las condiciones para vivir no son buenas. Hay mucha humedad y hace mucho frió en invierno. Además, no hay agua potable. Para el servicio de hostelería eso es un gran fallo.

¿No hay agua potable teniendo un manantial a unos pocos metros?

Ya, pero ese manantial está más abajo que el refugio y pertenece a Alonsotegi.

¿Cómo se las arreglan entonces para servir cafés y caldos?

Subimos el agua de Bilbao en garrafas. A la semana, unos sesenta o setenta libros. Antiguamente se utilizaba el agua de lluvia, pero hoy en día no se puede garantizar su uso.

¿Está notando la crisis?

Sí, llevo un año notándolo.

¿De qué forma?

En un menor consumo. Aunque sube más gente, gastan menos. Antes se tomaban un refresco y un pintxo y ahora hay mucha gente que se trae el bocadillo de casa.

¿Deja que los clientes coman en el interior del refugio lo que traen de casa?

Sí. Es una tradición montañera que no la voy a quitar. Perder esa costumbre se me haría raro. Lo que no me parecería normal es que alguien se traiga comida como si esto fuera un txoko.

¿Cuánto cuesta tomar un pintxo y un refresco en su bar?

Ahora voy a cambiar los precios porque llevo dos años con los mismos. El pintxo, que es medio bocadillo, cuesta 1,50 euros y una lata de refresco, 2,10.

¿Cuál es la época del año que más actividad registra?

En otoño y primavera es cuando más gente sube. En invierno depende mucho del tiempo.

¿Y en verano?

En verano baja bastante. De hecho, cerramos la segunda quincena de agosto. Así se aprovecha también para hacer alguna reforma.

¿Tiene tiempo para aburrirse?

Entre semana, a veces sí. A partir de las doce ya suele subir muy poca gente, así que suelo aprovechar esas horas para preparar cosas de cara al fin de semana, que es cuando más trabajo tenemos.

¿Cuándo ha sido la última vez que subió andando al Pagasarri?

Hace tres años.

¿Hace tres años?

Sí. Llevaba tres años con el bar y pensé que era el momento de subir andando porque hasta entonces lo hacía todos los días en coche.

¿Ya no le gusta andar?

No. El problema es que me detectaron hace años una enfermedad en las piernas que me produce mucho dolor si ando o permanezco de pie un buen rato. Aun así, en alguna ocasión he bajado en coche, lo he aparcado y he subido andando.

¿Qué les diría a los bilbainos para que se animen a subir al Pagasarri?

Les diría que es un pedazo de naturaleza que tenemos muy cerca de Bilbao y que se puede salir desde el portal de casa y llegar a la cima dando un paseo.

¿Ha visto por aquí algún personaje ilustre?

De montañeros, a Iñurrategi.

¿Al alcalde?

No, pero a concejales, sí.

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