Bilbao…est imitatio vitae…

Bilbao…est imitatio vitae…

 

 

Una vez leído este aforismo de Cicerón “…est imitatio vitae, speculum consuetudinis imago veritatis…”, me llevó a sostener este otro axioma: “Bilbao por extensión encuentra su fundamento en la imitación”. Una vez asumido dicho adagio le lleva a uno a cuestionarse que en una ciudad que se fomenta que lo que parece probablemente es, ¿qué tipo de ciudad es?. En su configuración, al menos, no es ni fue sino una consecuencia más del deseo vehemente de sus dirigentes por tratar de mimetizar lo foráneo.

 

Sirva como ejemplo el desarrollo urbano suscitado desde los años 40 del pasado siglo XX, en la extensión del ensanche de Deusto, con la propuesta de la Obra Sindical del Hogar en San Ignacio. Este fue un proyecto que trató de imitar, la entonces admirada por el régimen de Franco, nueva arquitectura alemana surgida bajo el nazismo. Aquella arquitectura basada en el término “Zweckgsinnung”, es decir, la idea inspiradora de una obra en función de su finalidad. Término acuñado por Paul Frankl. Se trataba de una arquitectura de masas y de moles, de paramentos desnudos, de columnas dóricas, con su ábaco pero sin su capitel y sin basa, con una pilastra de línea recta, con un largo arquitrabe, una arquitectura matemática, de alto relieve y estela escultural. Los barrios que iban surgiendo durante los años 50 y 60, en Otxarkoaga, Uretamendi, Altamira, Ensanche de Begoña o Txurdinaga…el modelo propuesto no fue sino a imitación de los poblados dirigidos, de absorción, de las unidades vecinales y de los polígonos de descongestión de Madrid, tanto tipológica como formalmente. El grupo Astigarraga de viviendas municipales, no fue más que una copia de aquellas unidades de habitar de Francia y de las viviendas sociales corredor, erigidas durante la posguerra en Rotterdam. El nuevo Bilbao pensado para el valle de Asúa no pretendió sino reproducir las innovadoras experiencias arquitectónicas que llegaban de Brasilia de la mano de Oscar Niemeyer y Lucio Costa. Así como las políticas de rehabilitación y reconversión provenientes del Reino Unido aplicadas durante la transición. Los rascacielos y los shopping centers que se erigieron sobre la trama urbana bilbaína, en Deusto, Zabalburu o en el Ensanche, durante los años 60, resultaron ser meras reproducciones de los proyectos que llegaban de los Estados Unidos. Las propuestas, es más, se repetían también en Madrid, financiadas por el capital bilbaíno, como en la Gran Via Diagonal, el triángulo Princesa y AZCA, con aquella manhattanización. Pretendían, tanto en Madrid como en Bilbao, imitar aquella parte de Nueva York, sus rascacielos, sus calles 42 y 55, entre Madison y Brodway, la Quinta Avenida y sus calles adyacentes, con sus comercios y espectáculos. Con todo ello, según se desprende del análisis de dichos proyectos, no se pretendía sino adquirir la imaginería urbana neoyorkina, tomada como paradigma de la metrópoli moderna. Trataban de reproducir un imaginario del progreso mediante el que pretendían impulsar su industria además de modernizar sus sistemas productivos. Aquella importación, tanto de materiales y productos como de ideas, no respondía más que a la búsqueda de manera enfermiza de una estética moderna y de un sistema de producción acorde al progreso americano. La élite financiera de Bilbao coincidía en sus ideas con las que planteaba Robert Fitch en “The Assassination of New York”, dado que trataba de sostener que lo que querían los Rockefeller para Nueva York era un prerrequisito para comprender en qué se convertiría la ciudad. A lo que tachó Frederic Jameson de conspiración de la estructura de poder de la ciudad. Para acto seguido tildarla de milagro de la modernización. Sería Jürger Habermas quien sostendría que esa modernización no sería sino una conciencia de transición, de rebelión contra las funciones normalizadoras de la tradición, modernidad que vivía de la experiencia de rebelarse contra todo cuanto era normativo. En Nueva York, la inestabilidad era la norma, según Dore Ashton. Incluso el poeta neoyorkino Allen Ginsberg, en uno de sus versos, llegó a sostener a ese respecto “America te lo ha dado todo y ahora no soy nada…” Pero resulta tan contradictorio como sorprendente, porque se trataba de una sociedad que suscitaba el pensamiento de que quien innova es quien triunfa, es quien es reconocido para la posteridad, y en cambio, quien imitaba no era sino defenestrado incontinenti.

 

Por imitar también fue imitada, -previo al Bilbao regenerado-, la peor de las facetas posibles de la ciudad industrializada; la de una ciudad genocida, ¿Cuantas personas murieron por efecto de la contaminación en Bilbao durante los años 60 y 70? Entonces era Bilbao, hoy podría ser Beijing. Consecuencia de las cientos de fábricas que contaminaban la atmosfera y los ríos por los gases emitidos y que eran altamente tóxicos. La prensa publicaba que las mujeres bilbaínas no podían utilizar medias de nailon porque estas eran horadadas como efecto de la acidez corrosiva que impregnaba el aire. Entonces era habitual ver el infierno terrenal en que se había convertido aquel Bilbao fumífero, ciertamente erumnoso, con los charcos rodeados de azufre, los ríos sin vida, que cambiaban de color dependiendo del producto tóxico que arrojaban las empresas químicas a sus aguas. El humo tóxico que cubría la ciudad con una gran nube perenne impedía respirar a los bilbaínos. Un Bilbao dual, que dentro de su limes proporcionaba cobijo pero que a su vez era capaz de aniquilar todo atisbo de vida. Baste recordar la imagen apocalíptica de aquel Bilbao, de estética gris, pluviosa, de fábricas, de humos, hecha de metal y cemento…bajo una situación tan alarmante como dramática por causa de la contaminación, con aquellas huertas que no daban frutos, los árboles secos, las flores y plantas de los balcones de las casas marchitas, la vida vegetal prácticamente eliminada, los pájaros morían envenenados, el ganado se negaba a comer hierba con esos altos índices de toxicidad, las carrocerías de los coches se veían afectadas por los ácidos. Los efectos de los cianhídricos (cianuro de hidrógeno), con componentes altamente tóxicos, y el triclorofenol (dioxina) que formaba nubes tóxicas y que cuando había escapes de la industria química local provocaban a los bilbaínos dolores, nauseas, enrojecimiento de la piel, diarreas, convulsiones, ataxia y afecciones al hígado. La Gaceta del Norte sostenía en sus portadas que el envenenamiento de las fábricas acortaba las vidas de numerosos bilbaínos al producirles graves problemas de salud.

 

Garikoitz Gamarra, coautor de “Bilbao y su doble”, sostenía en torno al actual Bilbao, que este se había convertido en un icono, virtual, interesado más en su parecer que en su ser…del cual esperaba que no acabara siendo la repetición de un mundo muerto por inanición. Conocedor de que el Bilbao iconólatra de hoy, a pesar de parecer haberse reinventado como ciudad, de ser un lugar estratégico, -tal y como lo denominó Saskia Sassen-, no aportaba ningún argumento innovador ni en su integumento, ya que pasó por lo que ya pasaron Glasgow, Abeerden, Cardiff, Londres, Pittsburgh o Baltimore…Tal y como sostuvieron los profesores Arantxa Rodríguez y Lorenzo Vicario, aquella singular e innovadora estrategia de regeneración urbana sustentada por las autoridades, era cuando menos inverosímil porque simplemente se había limitado a imitar a otros. Lo que me hizo recordar las palabras de Eugenio Trías sobre la mimesis, “…nada es original, nada es nuevo bajo el sol, si bien todo puede ser renovado…”.

 

El Bilbao imitador parecía que fue configurando una ciudad farsista, sin personalidad, sin confianza en sí, que permanecía en plena incertidumbre, sin saber hacia dónde iba. Tal vez porque creyese que no tenía nada importante que decir ni aportar, ya que había buscado en el exterior su ser, su sino, incapaz de crearlo ni de imaginarlo, tan solo de imitarlo. Aldo Rossi llegó a sostener que la geografía de la ciudad era inseparable de su historia y sin ella no se podría comprender su arquitectura. A la industria, por el contrario, la tachaba de ser la fuente de todo mal y auténtica protagonista de la transformación urbana. Kevin Lynch ya sostuvo que la ciudad era el símbolo poderoso de una sociedad compleja, para seguido manifestar que, no obstante, nuestra percepción de la ciudad siempre sería parcial cuando no fragmentaria. Albert Camus, ante este tipo de preceptos, sostenía que todos tratamos de imitar, repetir, recrear nuestra propia realidad, y es que terminamos por tener el rostro de nuestras verdades. Incluso cuando Simone de Bouvoir llegó a sostener que los niños no son sino semillas de canallas, con ello no pretendía sino sustentar que las miserias y mezquindades de los padres serían finalmente imitadas por sus hijos. La ciudad, al fin y al cabo, no es sino el fiel reflejo de sus habitantes. Si Ignatius Gallaher, personaje de James Joyce, llegó a sustentar que Londres era mitad de una cosa y tres cuartos de la otra, ¿qué diría hoy de este Bilbao imitador? Un Bilbao que seduce y fascina por su novedad imitada, por su estética replicante, pero que transcurrido cierto tiempo, esta desaparece sin más. Lo que al principio era incitativo, que sugería algo mágico e innovador, con el tiempo va perdiendo fuerza, se vuelve trivial, gurdo e incluso acaba siendo ignorado…Acaso acaeció por haber ofrecido una faceta de ciudad desnaturalizada, repetitiva, a imagen y semejanza de cualquier otra del mundo, por su afán más que transgresor yo diría émulo de otras urbes como Nueva York, Paris, Londres…lo que acabaría siendo una prognosis más de hacia dónde iba y en qué acabaría transformándose Bilbao.

 

 

Luis Bilbao Larrondo (Doctor en Historia)

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DEIA

El nuevo Bilbao,

¿deudo de la experiencia urbana británica?

* Doctor en Historia,

Por Luis Bilbao Larrondo

HOY, al hablar de Bilbao, se utilizan un léxico que ya en nuestras conversaciones se hace totalmente usual; metrópoli de pasado industrial, ciudad de servicios, de visión agradable, rehabilitación y reconversión… No obstante, todo ello suscita alguna que otra reflexión como de dónde tomaron las ideas quienes lo hicieron viable. Sobre todo si tenemos en cuenta que una vez finalizada la dictadura franquista el declive económico ahondó en el declive urbano bilbaiíno. La situación urbana era terrible, insostenible por más tiempo, con una extraordinaria carencia de dotaciones de servicios públicos, todos los barrios de Bilbao eran marginales, con una estética desagradable, aglomeración urbana, deterioro máximo, medio ambiente totalmente degradado, sin calidad de vida… Era la evidente consecuencia del incumplimiento sistemático de leyes y planes de la propia administración pública franquista, que buscó en todo momento el beneficio de la iniciativa privada. A este deterioro urbano se debe aunar la alarmante situación industrial, sin crecimiento ni inversión, con el cierre de multitud de empresas. La respuesta, quiero pensar, la proporcionaba el profesor y arquitecto Michael Sorkin, quien llegó a sostener que «el esfuerzo por recuperar la ciudad es la lucha de la democracia misma».

Ante aquella grave realidad, ¿acaso hubo otra opción que basarse en aquellas experiencias foráneas que más se asemejaran al ámbito vasco, es decir, en aquellas urbes con un pasado netamente industrial, que habían sufrido una grave crisis económica y urbana al igual que Bilbao?

Destacadas ciudades del Reino Unido, por su pasado industrial y sus experiencias con una exitosa rehabilitación, eran en política urbana uno de esos modelos a reproducir para los por lo general profanos en estas cuestiones técnicos y políticos bilbainos.

Tuvieron que ser una serie de conocidos urbanistas quienes planteasen algunas soluciones con una serie de innovadoras propuestas para la ciudad. Peter Hall, profesor del Birckbeck College de la Universidad de Londres, autor de obras tan emblemáticas como Las ciudades del mundo o Las grandes ciudades y sus problemas, sostuvo en una conferencia ofrecida en Bilbao en 1975 que se había dado durante el franquismo una predilección por el crecimiento frente a la planificación y como posible solución sostuvo que había que tender a urbanizaciones reducidas próximas a la ciudad, al igual que se proyectó en Inglaterra. El arquitecto Fernando Chueca, ese mismo año, desde La Gaceta del Norte, llegó a proponer reproducir la política del London County Council, colectivizar el suelo urbano, dar sustento a una política de rehabilitación de antiguas edificaciones de los barrios de más bajo nivel económico e importancia capital a las zonas verdes, activar la renovación de viviendas con políticas menos costosas que mantenían un valioso patrimonio arquitectónico y de lucha muy eficaz contra la especulación.

Otros urbanistas británicos, como Gerald Manners, Profesor de la Universidad de Londres, quien también participó en Bilbao en unas jornadas sobre planificación, disertó sobre La importancia del sector terciario en la planificación urbana y regional y comparó la situación del País Vasco con Gran Bretaña por su analogía económica y urbana. Y otro de los participantes, el urbanista escocés McKitterick, delegado del Reino Unido ante la ONU y profesor en planificación, que había ayudado al Ministerio de Planificación del Desarrollo en el Plan de Expansión de Durango, sostuvo en Bilbao lo nefasta que había resultado toda la política urbana sostenida por las autoridades franquistas, para acto seguido arremeter contra aquel urbanismo, el de las grandes infraestructuras, por su elevado costo y escasos rendimientos y la especulación suscitada por la falta de planificación.

 

Jon Castañares, en las primeras municipales de 1979 y ante un Bilbao arruinado, sostuvo reproducir las experiencias de Londres de reutilización de las zonas portuarias del Támesis

 

Los dos urbanistas coincidían en que Bilbao no tenía otra solución que reconvertirse al sector terciario. Ambos consideraban viable esa reconversión ya que estimaban posible sustituir los Altos Hornos de Vizcaya y toda la producción industrial, por una ciudad de servicios. El profesor Javier Cenicacelaya, quien durante esos años estudió en el politécnico de Oxford, sostuvo basado en su experiencia inglesa que el impacto del crecimiento rápido en los núcleos urbanos obligaba a una política de actuación para resolver problemas como el de los asentamientos rápidos, injerencias en zonas ya existentes, estudios de preservación de cascos, racionalización de dotaciones elementales… En definitiva, se trataba de estudiar unos modelos de crecimiento y de obtener tipologías y modelos aplicables de desarrollo de ciudades dentro del diseño urbano. Este arquitecto bilbaino eligió el caso del urbanismo inglés porque este había experimentado mucho, sus urbes habían tenido graves problemas de desarrollo urbano similares a los de Bilbao y prestó mucha importancia al diseño urbano. Lo importante era hacer la ciudad más agradable.

Los empresarios bilbainos, seducidos también por los logros y éxitos británicos, hicieron una visita a centros oficiales de ese país. Formaron un grupo de estudios sobre las experiencias de reconversión industrial y su posible aplicación al País Vasco. Se realizaba un estudio del funcionamiento del sistema económico general inglés en lo que se refería a su industria, desde su generación por los organismos competentes en Londres hasta la parte ejecutiva de esa política en la Agencias de Desarrollo de Cardiff, Glasgow o Abeerden. La política industrial se discutía en el Consejo de Desarrollo Económico. La parte ejecutiva la hacían las Agencias de Desarrollo, que estaban orientadas principalmente a un trabajo de proyección industrial por zonas geográficas y habitantes, insistiendo principalmente sobre la construcción de infraestructuras y edificios industriales. Y se analizaron modelos como el de la Agencia de Gales, que en 4 años de funcionamiento llevaba construidos 70 millones de metros cúbicos de fábricas y locales; o el caso de Glasgow, que al igual que Bilbao era una ciudad que 80 años atrás disfrutaba de una situación económica privilegiada ya que eran los pioneros de la revolución industrial como demostraban la configuración de la población y la calidad de sus edificios. Sin embargo, años después, tenían fábricas derruidas, casas abandonadas y la población inmovilizada y abandonada. Impresionaba la decadencia que ofrecía la zona industrial de Glasgow con sus solares de fábricas cerradas y la pobreza de las viviendas circundantes. Y las agencias de desarrollo eran parte de la solución.

Aquella experiencia indicaba que la solución al problema del desempleo no consistía en desplazar la población a nuevos centros de desarrollo sino en atraer la industria a estas regiones en crisis buscando la diversificación. La reconversión, los problemas de cierre o reducción de plantilla, se podían solucionar creando industrias nuevas o mejorando la utilización de las ya existentes. El concepto de reconversión no debía limitarse a las empresas o al sector sino que debía extenderse a la región geográfica. Glasgow, para los empresarios bilbainos, era el modelo a seguir.

Al PNV le sedujo también ese tipo de propuestas. Su alcaldable al Ayuntamiento de Bilbao, Jon Castañares, dentro de su programa electoral en las primeras elecciones municipales de 1979 tras 40 años de dictadura y ante un Bilbao completamente arruinado (económica y urbanísticamente), sostuvo también como posible solución reproducir algunas de las experiencias de Londres, especialmente las operaciones urbanas, de gran importancia en aquellos años, de reutilización de las zonas portuarias abandonadas del Támesis.

Castañares viajó, entre otros, con el arquitecto y director general de urbanismo del Consejo General Vasco, José Miguel Abando, porque entre las autoridades vascas hubo un desmedido entusiasmo, muy propio del momento, por las soluciones británicas a los graves problemas de urbanismo y contaminación.

En ese viaje se entrevistaron con los dirigentes de las corporaciones locales londinenses para estudiar sus políticas en el tratamiento a las industrias contaminantes, destrucción de residuos sólidos, planes de reforma interior o de rehabilitación del casco histórico. Aquellas propuestas sostenidas serían parte importante de la estrategia para sustentar un innovador modelo de ciudad de servicios frente a la ciudad industrial, de estética agradable frente a la estética gris y fabril, rehabilitada y reconvertida frente a la visión de ruina, contaminación y abandono, que pudiera vender y mercantilizarse.

 

diktadura frankistaren etxebizitza politika / politica de vivienda en la dictadura franquista

 

 

Harridura sortzen du, zinez, Bilboko historiari buruz orain arte esan digutenak, Frankismo garaikoak, hain zuzen, behin sakon ikertu eta gero konturatzen baitzara historia horrek ez duela zerikusi handirik errealitatearekin. Bestalde, datuak eta informazioa izatea, hau da, erudizioa, ondo datorkigu historialarioi, baina halere, garrantzitsuagotzat hartuko nuke nik: zenbat eta kontraesan edo paradoxa gehiago mahaigaineratu eta aztertu, orduan eta ulergarriagoa egingo zaio jendeari errealitate korapilatsu hori. Izan ere, eta Frankismoari dagokionez, hemendik ere ikasbide bat atera daiteke, aurrerantzean horrelakoak baztertzeko.

Hau esanda, 1959. urtean Bilbo industrialaren eraginez, etorkizun hobearen bila guregana milaka bizilagunen etorrerak arazo larriak sortu zituen, batez ere, etxebizitzarik ez zegoelako, etorkin horientzat behintzat. Azkenean, ondorioak agintariek uste baino larriagoak bilakatu ziren, 40.000 bizilagunek ikusi zituzten beren buruak txaboletan biziaraztera eta beste 125.000k, berriz, alokaturik bizitzera beharturik. Urte horretan Bilboko biztanleak 280.000 zirela kontuan izanik, kopuru hauek benetako egoera nolakoa zen adierazten digute, eta hura larritzat hartu behar zela esan dezakegu. Agintari frankistak egia faltsutu nahian zebiltzan arren, egunkarien bitartez haien etxebizitza-politikaren porrot ikaragarria ezagutarazi zenean, azkenik jakin ahal izan genuen zein izan zen benetako errealitatea.

Gogoratu beharra dago, Bilboko kinka larri hartan, bai Monte Banderasen, bai Monte Cabrasen, bai Irustan, bai Los Cañosen, etabarren, milaka bizilagunek bizi  behar izan zutela eurek porlanez eta adreiluz eraikitako txaboletan, baldintza negargarrietan… Bestalde, Bilboko zein Madrilgo agintariek premiazkoa zuten garai hartan poligono baten proiektua abian jartzea. Izan ere, denbora aurrera joan ahala, txaboletan zein alokaturik bizi zirenen egoera gero eta okerragoa zen, eta horren aurrean agintariek ezin zituzten datu horiek alde batera utzi, ezikusiarena eginez. Haatik, benetako arazoa beste bat izan zen, ez baitzeukaten ez dirurik ez tresna teknikorik ere buruhauste larri hori konpontzeko.

Hala ere, politika horren atzean zer ezkutatzen zen? Ideia horren muina, ororen gainetik, arazoaren mamiraino iristea omen zuten helburu agintariek. Gainera, arazo hori trenkatzeko, Etxebizitza Ministeriora jo behar izan zuten Bilboko agintariek, udalak ez zeukalako aukerarik proiektuak aurrera egin zezan. Horrexegatik Bizkaiko Larrialdi Sozialerako Plangintza delakoa dekretatu zen, eta plangintza horren barruan Otxarkoagako poligonoaren proiektua zegoen kokaturik. Dena den, Elizak, politikariek eta enpresariek bultzaturik, txabola guztiak desagerrarazi nahi izan zituen  Francok. Hori ez zen gertatu haren borondate onaren edo paternalismoaren ondorioz, orain arte esan diguten bezala, baizik eta bere burua hartara beharturik ikusi zuelako, frankismoa sostengatzen zuten oinarrien presiopean. Horretarako, poliziak eta armadak bizilekuak hustu zituzten eta kamioi eta gurdietan jendea poligonora eraman zuten, bortxaz beren ordura arteko etxeetatik aterata, euren borondatearen kontra, auzotegi eraiki berrira.

Urte eskas batean ezerezetik Otxarkoaga auzoa sortu zen 1961ean. Nekazari mundu horretan sekulako zirrara izan zela azpimarratu beharko genuke, laborantza mundu izatetik hiri izatera bat-batean pasatzean.   

Dena den, Frankismotik heldu zaigun historia paternalistak askotan kontatu digu, behin Francok txabolak ikusi eta gero, ez zituela berriro ikusi nahi izan, eta horren ondorioz Otxarkoaga sorrarazi zuela.  Errealitatea, ordea, beste bat izan zen. Zer zegoen horren azpian? Funtsean kontraesan bat: Begoñako eta Bilboko historia aztertzen badugu, garai hartan, Bilbo berri bat saldu nahi zuten agintari frankistek: Bilbo modernoa, eta hortxe zeuden, adibidez, Bilboko Erakustazoka eta Ingeniarien Eskolako eraikuntza berri eta modernoak, baina aldi berean garapen ekonomikorako plangintza egiteke zegoen oraindik, eta hortik argi ikus dezakegu zer nolako paradoxa nabarmena gertatzen zen, aurrekoaren parean milaka txabola Banderas, Artxanda, Arraiz, Arnotegi mendien gainean kokaturik. Alde batetik Bilbo modernoa erakutsi nahi ziguten Bilboko agintariek eta bestetik 30 errebal zeuden Bilbo horrexetan. Bateraezintzat jo zituzten agintariek bi ereduok.

Proiektu horren atzean Bizkaiko arkitekto elkargotik 12 arkitekto gazte zeuden, eta helduago bat:  Juan Madariaga, hain zuzen ere, Mexikoko erbestetik heldu berria.  Han esperientzia ikaragarria hartu zuen. Izan ere, Mexikon, besteak beste, Villagran Garcia eta Legorreta arkitekto ospetsuekin lan egin zuen. Egia esan arkitektoek ez zuten aukera handirik eduki. Etxebizitza Ministerioko arduradunek, non eta nola aurretik erabakita, lehenbailehen 4000 etxebizitza eraikiarazi nahi zituzten, 20.000 bizi lagunentzat, hor auzoetxea, bi eliza, 3 merkataritza-gune eta 3 eskola ezarriz, esaten zutenez, poligonoari autonomía emateko.

Etxebizitzak aztertzean adierazgarria da kanpoko aldean eraikuntza irekiak proposatu izatea, gune eguzkitsuetan kokatuak, gune berdez inguratuak, eta adreiluz egindakoak, hori erarik merkeena zelako. Etxebizitza Ministeriokoek leku egokitzat jo zuten mendien artean kokatzea, ondoan Etxebarri, Galdakao, Basauriko haranak eta bertako lantegiak zeudelako. Ezin hobeto zetorkien langileei euren etxebizitzetatik lantegiak hain hurbil edukitzea.

Era berean, etxebizitzen barneko antolamendua Diru-Laguntzaz babesturiko Etxebizitzen legepean zegoen. Lege berri honekin ekimen pribatuarentzat eskaintza erakargarria lortu zen, batez ere, barrutik zenbat metro karratu eduki behar zituzten, material ahalik eta merkeenak erabiliz eta zenbat eta lasterren eraikitzea hobetsiz, horrek kostu aldetik ahalik eta merkeena lortzeko. Beste ezaugarri bat eraikuntza mendien gainean egitea zen, hirigintza planik gabe.  Pentsatzekoa da, hortik zer atera zitekeen: auzotegia  aldapaz beterik gelditu zen, gabezia askorekin eta kalitate eskaseko materialekin. Geroago hezetasunak etorri ziren, eta are arazo gehiago eta larriagoak ere. Hainbat etxe-orratz eraiki eta gero, bestalde, biztanle dentsitatea ikaragarria ere sortu zen.

Hirigintzaren eta arkitekturaren ikuspuntutik eredu berriaz ari gara, Bilboko hiriaren kanpoko aldeko poligono baten bitartez Bilboko zabalgune ereduarekin apurtu zuena; era berean, arkitekturako laborategi gisa har dezakegu,  batera  bai material berriak eta bai aurrefabrikatzeko sistema berriak erabili zirelako. Otxarkoagakoa Bizkaiko lehenengo poligonoa izan zen, eta hura eredutzat hartuta, geroago beste leku askotan erabiliko zelako: Txurdinagan, Begoñan, INVko poligono guztietan,  Bilbo Handian, Basaurin, Gurutzetan, Sestaon, Portugaleten, Santurtzin eta Muskizen, besteak beste. Horregatik guztiagatik, ondorioz, nabarmentzekoa da Otxarkoagaren garrantzia .

Paternalismoa baino askoz gehiago ere bazegoen politika horren atzean, eta 50. hamarkadan falangisten menean egindako etxebizitza politikaren porrota adierazten zuen. Huts horiek gainditzeko ekimen pribatua erakartzeko bideak sortzea erabaki zuten orduan agintari frankistek, hau da, etxebizitzak negoziotzat hartzea. Bankuak erakartzeko, etxebizitza-jabetasuna eredu bihurtu zen, bai eroslearentzat bai erabiltzailearentzat ere. Hortik aurrera, ekimen pribatuak berak Bilboko hedapena nondik nora jo behar zuen eta hiria non, noiz eta zelan eraiki beharko zen erabakiko zuen. Otxarkoagakoa politika horren hasiera baino ez zen izan. Urteak aurrera joan ahala, poligonoa etxebizitza-politikaren beste porrot bat bilakatu zen, alde batetik, etxebizitza-gabezia konpondu ez zuelako, eta bestetik, espekulazio ikaragarria sortu zuelako.

LUIS BILBAO LARRONDO (HISTORIADOR)

Bilbao, ciudad del entretenimiento

Bilbao, ciudad del entretenimiento

Las críticas que se suceden en torno a la política urbana de Bilbao son difusas y apenas reseñables, que están más bien discernidas en el reproche, en la invectiva, en las pataletas de los partidos políticos en la oposición, carentes de un análisis mínimamente riguroso y científico. Las pocas voces discrepantes con el pensamiento urbano que plantea la administración pública, van en el sentido de criticar las políticas que llevan dimanando durante los últimos años y que si bien tienen su reflejo en ciertos medios de comunicación su incidencia es exigua en la sociedad. Porque la sociedad bilbaína en su inmensa mayoría, si hacemos caso a las encuestas, acepta este tipo de ciudad, que ha sido incluso avalada y ratificada en las urnas en las últimas elecciones municipales por los ciudadanos de Bilbao con una mayoría absoluta de Azkuna que ha sorprendido a propios y extraños. Al común de los bilbaínos parece ser que únicamente le interesa lo que ve, distingue una ciudad más limpia, percibe una ciudad por la que se puede pasear sobre todo alrededor de la ría, algo que hace 30 años era considerado una utopía. El bilbaíno advierte que se abren nuevas tiendas, nuevos negocios, nuevas posibilidades, que Bilbao se internacionaliza con la llegada masiva de turistas de alto standing. Un Bilbao que se da a conocer, que tiene algo que ofrecer, que se exporta. Nadie pone en duda que Bilbao hoy es reconocida internacionalmente. Vayas donde vayas, en cualquier parte del mundo habrá alguien que diga Bilbao, Guggenheim. No, no dirá ni su gastronomía ni otras atractivas facetas que pueda ofrecer la ciudad, dirá Guggenheim. Hace años nos ilustró el profesor y arquitecto Antonio Román en una de sus clases sobre las consecuencias del efecto Guggemhein una vez fue inaugurado el museo, que al solicitarle a un estudio de Nueva York que le enviara un proyecto, él les instó a que lo hicieran a su estudio en Bilbao, ¿sabéis donde está Bilbao? les espetó, y estos arquitectos le manifestaron “por favor, como no vamos a saber dónde está Bilbao, cómo no vamos a conocer la ciudad dónde está ubicado el museo Guggemhein”. Si no llega a ser por el efecto Guggemhein, seguramente la respuesta hubiese sido otra bien distinta.
Una nueva ciudad había surgido en torno al Guggenheim, tal y como sostenía Theodor Adorno, lo más conocido es lo más famoso y el éxito le acompaña, con edificios de grandes firmas, de reputados nombres de la arquitectura mundial, Gehry, Foster, Pelli, Stern, Moneo, Calatrava…a quienes Leonardo Benévolo denominaba arquitectos integrados en el mercado de las imágenes, reconocibles, previsibles, amados por los críticos…con una estrategia en donde domina el mosaico de intervenciones grandiosas y circunscritas a una arquitectura del espectáculo que tiene por misión atraer cual museo al aire libre no importando otras cuestiones urbanas. Decía Kevin Lynch que la ciudad se había convertido en una experiencia artificial donde lo real y lo natural dejaban de existir. Una arquitectura como la de Las Vegas, a la que Robert Venturi la llegó a denominar arquitectura como símbolo, arquitectura de la comunicación, en donde la ciudad se vuelve perversa, llena de espacios proscritos, convertida en un lugar de perdición. Jean Baudrillard indicaba que el espectáculo nunca es obsceno, mientras hay alienación hay espectáculo, la escena nos excita, lo obsceno nos fascina. Michael Sorkin designó a este tipo de ciudad como parque temático, ciudad televisión, ciudad de simulaciones.
Acaso se trata de lo que ya planteó Le Corbusier, que ante nosotros se abre el vacío y el mundo se precipita en él. En donde ha quedado en Bilbao aquella arquitectura que propugnaba el genio de origen suizo, como el juego sabio, correcto y magnifico de los volúmenes reunidos bajo la luz. El arquitecto tiene por misión dar vida a las superficies que envuelven esos volúmenes sin que estos se conviertan en parásitos, devoren el volumen y lo absorban en su beneficio: triste historia la de los tiempos presentes. O como sostenía el gran Frank Lloyd Wright, el edificio no debe ser más que un rasgo del paisaje y no un ardid comercial, que no tiene ideal más alto de la unidad que el éxito comercial, porque de lo contrario la arquitectura acaba paseando por la calle como una prostituta. Esta es la consecuencia de un imaginario que nos han estado inculcando, basado en la metáfora del progreso, con una imagen que traslada Bilbao gracias a una nueva estética exhibicionista, como si fuese la mejor manera de mostrar un producto que trata de atraer, que cada vez se va popularizando más. Se crea una ilusión por una cultura del consumo, que si lleva ya años integrada en la mentalidad de los bilbaínos, esta, cada vez, está manifiestamente más presente. No sé cómo tomarlo, que se trate por nuestros dirigentes de exportar un modelo de ciudad cuando está sustentada principalmente por una sociedad tan conservadora, a la que se puede tachar de embaucadora, dado que se vende como modelo de algo irreal, ella en sí misma es una mera ilusión, una ficción, que se cree sus propias fantasías, mercantilizándose como algo que no es real.
Es curioso el cambio que se ha producido en Bilbao en los últimos años, sobre un suelo que en el pasado fue mayoritariamente público, propiedad de los bilbaínos, hoy en su mayoría es del privado, de unos pocos, usufructo de quienes pueden pagar el m2 más caro de todo el Estado. Acaso quiere decir que dentro de poco los propios bilbaínos dejarán de poder recorrer por esas zonas en torno al Guggemhein, en torno a la ría? Sí, si podrán, mientras este cumpla la función de escaparate, de espectáculo, de negocio, todo irá bien. Bilbao, gracias a ese cosmopolitismo del que muchos se jactan encarece el m2 por momentos y quienes no puedan asumir esos costos ¿que tendrán que hacer?, abandonar las zonas donde habitan del casco viejo, Bilbao La Vieja, Deusto, Zorroza, Olaveaga…? aunque me gustaría saber quiénes son los que realmente están detrás de muchas de las viejas propiedades y nos llevaríamos una sorpresa en muchos casos por su alto poder adquisitivo. Es el dominio de la especulación, el verdadero cáncer de la ciudad. En cambio el que no pueda hacer frente a esos precios tendrá que buscar vivienda en la periferia más extrema, en los barrios de Otxarkoaga, Uretamendi, Arangoiti, La Peña… o tener que irse a vivir fuera de Bilbao. El ser tan moderno y cosmopolita, me da la sensación que a la larga a la mayoría de los bilbaínos les va a salir muy caro. Pero tampoco debe de llevar a nadie a la sorpresa porque Bilbao es una ciudad con una política muy definida desde hace años y encaminada hacia el turismo de alto standing. Bilbao durante el siglo XX ha sido una ciudad fundamentalmente elitista, que ha creado ghetos, un apartheid del que sus propios habitantes en ocasiones no son conscientes, impulsado durante el franquismo durante 40 años ya que así se programó y a día de hoy en pleno siglo XXI apenas ha variado. Si reflexionamos en torno al devenir, Bilbao no es una ciudad a la que cualquiera pueda acceder sino que lo será tan solo para aquellas personas que tengan un alto poder adquisitivo. Una ciudad concebida para unos pocos.
Tal y como han sostenido en algunas de sus interesantes reflexiones los pensadores Fernando Vallespin, Félix Duque, Pedro Azara o Rafael Argullol, en unas conferencias en Bidebarrieta sobre la utopía, tampoco nos debe extrañar porque qué podemos esperar de una sociedad del espectáculo a la que se le insta a la contemplación, a un entretenimiento, que le anula el pensamiento, porque son tiempos de vivir el presente, sin expectativas, lo que ha dado lugar a una generación sin futuro, que les ha llevado a dejar de creer. La última crisis económica, que por momentos hizo creer a más de uno lo peor, en torno a los últimos coletazos del sistema capitalista, porque el estado de bienestar está cada día más cuestionado y en peligro de desaparecer, el calentamiento global, las consecuencias sobre el control en torno al genoma humano…todo es perplejidad, inseguridad y desorientación. Únicamente nos dedicamos a mantener lo que tenemos, tratando de hallar mecanismos de defensa frente a un futuro indeseable. Puede que se deba a que el ser humano no dé más de sí. La incertidumbre, la incredulidad están presentes porque no creemos en la política, ni en los políticos para que cambie esta sociedad ni este tipo de ciudad. Es más, los consideramos como los culpables de todo lo que está sucediendo por su incapacidad, sin embargo, luego vamos a votarles. Hay algo que no se corresponde. Sino, reflexionad sobre el porqué de estos levantamientos espontáneos de millares de personas que arremeten contra el sistema, el problema no es votar para castigar o premiar a alguien, sino evidenciar lo perverso que es el propio sistema y cómo encaminar ese desencanto, esa desilusión, hacia algún tipo de mecanismo que ayude a modificarlo. El miedo entre los políticos (que no tratan de hallar verdaderas soluciones sino que pretenden perpetuarse en un sistema que hace aguas por todos lados, como los tiranos a punto de ser derrocados y que se aferran a un trono que no les pertenece) es que llegue a suceder algo parecido en Europa a lo que ha acontecido en Egipto, Túnez, Siria, Yemen…están asustados, desorientados porque no saben cómo hacerle frente. Una turba enfurecida y un sentimiento que se puede extender como una metástasis, ese es su miedo, la falta de control. De momento no ha prendido la mecha, pero con la próxima vuelta de tuerca sucederá, por una sencilla razón, porque la gente cuando no tiene expectativas de futuro, cuando la crisis se cebe de verdad en la gente, cuando dejen de tener esperanza en el devenir, es entonces cuando sucederán ese tipo de revueltas en Europa, simplemente por ser la única posibilidad que tendrán de respuesta.
Si tendría que definir a Bilbao hoy, lo haría como una ciudad que me recuerda a una obra pictórica titulada “De compras” de Inka Essnhigh, con una sensación visual embaucadora, fascinadora, seductora, en la que aparecen expresadas las vidas banales en imágenes distorsionadas de la ciudad contemporánea, convertida en una sátira de las zonas residenciales, de las vidas intrascendentes, en donde se refleja la hipocresía y la estupidez de nuestro tiempo.

Luis Bilbao Larrondo (historiador)